- Papi, papi, ¿vamos a ir al infierno? Yo no quiero ir al infierno...
- ¿Qué tonterías son esas Emilín? ¿Eso es lo primero que me tienes que decir al venir del colegio?
- No papi. Hola papi. Te quiero. ¿Voy a ir al infierno?
- Claro que no. Pero ¿quién te ha dicho esa tontería? ¿No habrá sido el profesor de religión? Porque entonces me vería obligado a hablar con el director...
- Qué va, qué va. A sido Florentín. Dice que todos los banqueros van a ir al infierno, y como yo soy tu hijo... y algún día seré banquero... ¿no?
- ¿Florentín? ¿Quién es ese? No me suena. No ha venido a casa nunca. ¿Cómo se apellida? ¿Quién es su padre?
- Se llama Florentino, pero como Florentinín no quedaba bien todos le llaman Florentín. Su padre creo que hace casas y eso. ¿Y tú? ¿Tú si que vas a ir al infierno?
- Yo tampoco hijo. Al infierno solo va la gente mala.
- Pero es que Florentín dice que somos malos...
- ¿Y de dónde se ha sacado esas ideas ese niño repelente?
- De su hermano Juan que ha vuelto hace poco de Roma porque lo han echado de cura. Dice que dice su hermano que los banqueros matan gente de hambre y les quitan sus casas y...
- ¡Basta! No me extraña que lo hayan echado. ¡Vaya con el curita subversivo! Pues no les hagas caso ni a ese Florentín ni a su hermano. Nosotros somos buenos, muy buenos; iremos al cielo y tú no tienes nada de que preocuparte... Ya hablaré yo mañana con el director.
- ¿Pero tú matas de hambre, papa? ¿Le quitas sus casitas a la gente para tener esta casa tan grande?
- Nada de eso hijo. Yo les doy la casa y luego, algunos, los muy desagradecidos, no me la pagan; esos son los que se quedan sin casa. En cuanto a que la gente pase hambre: nosotros no tenemos la culpa. ¡Qué trabajen más los muy vagos!
- Pero a ti no te hace falta el dinero, ¿no? Podrías darles más tiempo para devolvértelo, o prestarles una de las trescientas mil casas que tienes vacías, o invitarlos de vez en cuando para comer...
- ¿Y cuánto tiempo crees que nos duraría el dinero? ¡No soy Dios! ¡No podemos ayudar a todo el mundo! Olvídalo todo y ve a mirar qué tenemos de cenar. ¡Y qué sea la última vez que dices las casas que tengo! ¡O el dinero!
- Pero, papá: en clase religión nos enseñan que los buenos cristianos ayudan a los necesitados y van al cielo, y los malos no.
- Mira hijo, Dios quiere que haya ricos y pobres, porque si no, simplemente no los habría. Y nosotros no podemos llevarle la contraria a Dios. Eso es lo que tendrían que explicaros en clase de religión y no tonterías socialistas. Mañana llamo al director y que os manden a un sacerdote de la obra...
- ¿Vas a contratar a un cura albañil pobre para ayudarlo? ¿Le dejarás una casa? ¡Qué bien! ¡Ya no vamos a ir al infierno!
- Hijo... o eres tonto o algo peor...
- ¿Comunista? ¿Como el hermano de Florentín?
- ¡Se acabó! ¡Emilín! ¡A tu cuarto! Voy a ver si despedir al jardinero me templa los nervios...
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