Microrrelato - Trampantojos

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Foto original de Igor Siwanowicz

Sin previo aviso los cuatro hombres más ricos del mundo dieron una rueda de prensa. Lo que se vio en televisión fue increíble. Aparecieron y sin mediar palabra se quitaron las caretas. ¡Literalmente!
Se arrancaron la cara y dejaron al descubierto su verdadero ser.
¡Eran reptiles! ¡Con cabezas parecidas a las de un camaleón! Más de uno se desmayo, pero lo peor estaba aún por llegar. Empezaron a hablar. Y lo que dijeron no le gustó a nadie:
Lo esencial es que somos extraterrestres. Representamos los intereses de un grupo más amplio. Vinimos a conquistar el planeta. Sólo queremos comunicaros que ya lo hemos hecho. ¿Quién quiere guerras, habiendo capitalismo? No habrá cambios radicales. La mayoría en la miseria; la minoría, osea, nosotros, nadando en la abundancia. Eso es todo lo que tenemos que decir de momento.”
Tras un período de desconcierto político y pánico bursátil (9 meses) los gobiernos del mundo hicieron un frente común contra los invasores extraterrestres. Aquello era intolerable (“aquello” únicamente era que todo siguiera igual para el ciudadano de a pie). Una cosa era que los mangonearan sus banqueros, o los mercados internacionales, y otra muy distinta que lo hicieran unos bichejos verdes del espacio exterior.
La Larga Purga” duró nueve años. Todo ese tiempo se tardó en desmontar el sistema capitalista, en meter en Quantamano a banqueros, especuladores y afines (para allí analizar si eran extraterrestres o colaboradores, entre otras cosas), y en crear un sistema de democracia mundial.
Todo obra de un solo hombre. Uno que creó cuatro robots con apariencia de reptil bípedo y los disfrazó de humanos; que los programó para que se hicieran pasar por humanos. Un genial científico loco que descubrió el camino más corto hacia un mundo mejor...

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