Sin previo aviso los cuatro hombres más ricos del mundo dieron una rueda de prensa. Lo que se vio en televisión fue increíble. Aparecieron y sin mediar palabra se quitaron las caretas. ¡Literalmente!
Se
arrancaron la cara y dejaron al descubierto su verdadero ser.
¡Eran
reptiles! ¡Con cabezas parecidas a las de un camaleón! Más de uno
se desmayo, pero lo peor estaba aún por llegar. Empezaron a hablar.
Y lo que dijeron no le gustó a nadie:
“Lo
esencial es que somos extraterrestres. Representamos los intereses de
un grupo más amplio. Vinimos a conquistar el planeta. Sólo queremos
comunicaros que ya lo hemos hecho. ¿Quién quiere guerras, habiendo
capitalismo? No habrá cambios radicales. La mayoría en la miseria;
la minoría, osea, nosotros, nadando en la abundancia. Eso es todo lo
que tenemos que decir de momento.”
Tras
un período de desconcierto político y pánico bursátil (9 meses)
los gobiernos del mundo hicieron un frente común contra los
invasores extraterrestres. Aquello era intolerable (“aquello”
únicamente era que todo siguiera igual para el ciudadano de a pie).
Una cosa era que los mangonearan sus banqueros, o los mercados
internacionales, y otra muy distinta que lo hicieran unos bichejos
verdes del espacio exterior.
“La
Larga Purga” duró nueve años. Todo ese tiempo se tardó en
desmontar el sistema capitalista, en meter en Quantamano a
banqueros, especuladores y afines (para allí analizar si eran
extraterrestres o colaboradores, entre otras cosas), y en crear un
sistema de democracia mundial.
Todo
obra de un solo hombre. Uno que creó cuatro robots con apariencia de
reptil bípedo y los disfrazó de humanos; que los programó para que
se hicieran pasar por humanos. Un genial científico loco que
descubrió el camino más corto hacia un mundo mejor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.