Nunca
acabaremos de asombrarnos si estudiamos la historia de la humanidad.
Menos aún si nos centramos en su evolución científica y
tecnológica, jalonada de despistes, accidentes fortuitos y
casualidades...
Este
relato sólo pretende corroborar lo afirmado en el párrafo
anterior...
Todo
empezó como un juego, el juego de alguien cargado de odio y con
algunas monedas para pagarse unas horas de conexión a Internet. Con
el suficiente tiempo libre como para recopilar una lista de mil
nombres: los de las personas más ricas y poderosas del planeta.
Dictadores, inversores, banqueros, traficantes, jeques,
especuladores, políticos, empresarios, jefes espirituales. Personas
a las que podemos responsabilizar sin miedo a equivocarnos de lo
asquerosamente mal que funciona este mundo.
Una
vez hubo confeccionada esa lista, creó una petición en un famoso
portal de Internet. Les acusaba de provocar hambre, guerra,
injusticia, de bloquear el progreso; y les deseaba lo peor de lo
peor.
El
texto venía a decir algo así: “...y todas estas personas
contribuyen activamente cada día para hacer del mundo un sitio mucho
peor para todos, excepto para ellos. Por eso yo les maldigo. Y juro
que cada día voy a pensar en ellos, en los mil, y desearles el peor
de los destinos... Os pido a todos los que leáis esto que me
apoyéis”.
La
petición era más larga y detallada, pero mantenía el mismo tono
ingenuo y casi infantil. ¿Qué pretendía esta persona? ¿Asustarles?
¿Demostrarles su odio? ¿Acaso era un intento desesperado de llamar
la atención? No lo sabemos y probablemente nunca tengamos la
certeza, puesto que seguimos sin identificar a la autora o autor. Lo
que sí que sabemos es lo que pasó a continuación...
La
cosa tardo un poco en arrancar, con sólo unos cientos de seguidores
el primer día. Para el segundo ya eran miles; y no había acabado el
cuarto cuando ya eran decenas de miles. A la semana siguiente la
noticia hervía en las redes sociales: “La Plataforma de los Mil”
(como ya se la conocía) tenía más de medio millón de seguidores,
y seguía creciendo... Ni un mes tuvo que pasar para que el
movimiento de extraños peticionarios alcanzara los telediarios de
todo el mundo, con cifras de varios millones de seguidores. Lo que al
principio parecía una broma de mal gusto estaba empezando a torcer
el gesto de algunos, y pronto cayeron las primeras querellas; que si
derecho al honor, que si daños morales...
La
plataforma original fue pronto cerrada... y miles aparecieron en su
lugar: en distintas webs, lenguas, países. Y todas con cientos de
miles de seguidores. Pronto se dieron cuenta de que aquello era
imparable. Se llegaron a contabilizar más de seiscientos millones de
adhesiones (la crisis removió muchas conciencias). Aquello podía
agobiar a cualquiera: seiscientos millones de personas en el mundo
deseándote lo peor, todo el día, cada día... Y lo peor les
ocurrió...
Este
es el origen del estudio de la Noética, tal y como la conocemos hoy
en día (y pensar que ya han pasado cuarenta años). Me gustaría
continuar, pero el tiempo se nos hecha encima....
Por
cierto, lo que les ocurrió es que “inexplicablemente” todos se
arruinaron; la opinión pública se les echó encima, y finalmente
fueron juzgados por crímenes contra la humanidad y condenados...
condenados a vivir junto con sus cómplices y consentidoras familias
el infierno que ellos habían diseñado para otros, en centros
preparados al efecto: jornadas de trabajo agotadoras, minúsculos
habitáculos para dormir, nada de comodidades ni entretenimientos; e
incertidumbre, mucha incertidumbre sobre su futuro... En menos de 10
años muchos ya eran seres reinsertables en la sociedad...
Oníricos deseos de solución pacifica.
ResponderEliminarSalu2